El intérprete de laúd

En el siglo XVII, la influencia de Caravaggio se extiende por Europa. Hendrick Ter Brugghen es uno de los representantes más brillantes de sus seguidores en Utrecht, en los Países Bajos. Tuvo ocasión de conocer las obras del maestro durante un viaje a Italia, y en diversas ocasiones le toma prestado el tema del músico, el encuadre ajustado a medio cuerpo, o los juegos de contrastes entre luces y sombras. Este contraste, denominado «claroscuro», es sin embargo menos dramático en este cuadro : está como suavizado por la luz del norte, que modula con delicadeza su intensidad, en una gama restringida de colores. Blanco, ocre y gris se combinan con la reproducción virtuosa de los materiales, desde la manga sedosa hasta la aterciopelada pluma de la boina. 
El cantor nos da la espalda, en un formato de tres cuartos y un atrevido encuadre, que crea un impresionante escorzo de la perspectiva de su rostro, con «perfil perdido». En ocasiones, esta figura de fantasía se ha interpretado como una alegoría de la capacidad auditiva. Sin embargo, los ojos y la nariz cálidamente coloreados indican que también podría tratarse de una crítica del libertinaje y los efímeros placeres de la música.