Este cuadro es un testimonio de la evolución pictórica del famoso retratista Frans Hals, establecido en Haarlem, en los Países Bajos. El pintor, que tenía entonces cincuenta años, estaba en la cima de su gloria. Se le conoce sobre todo por los retratos extremadamente vívidos que realizó en grandes cantidades. Como podrá usted ver, este joven de 26 años, de mirada vivaz y pícara y sonrisa incipiente, con la mano colocada sobre el corazón en un gesto elocuente, transmite una impresión de espontaneidad. ¿Se trata de un joven rico de Haarlem a punto de casarse? Ciertamente, era corriente en aquella época que los hombres regalasen un retrato a su prometida.
El virtuosismo inigualable del artista excluye todo detalle superfluo, para iluminar el rostro y hacerlo extremadamente natural. Observe el gusto del pintor por las pinceladas vibrantes y aceradas, como las de la frente del modelo: Hals representa aquí una vena con una sola pincelada de color verde. La intensa iluminación modela vigorosamente los rasgos, y aclara el fondo del cuadro para redondear el volumen del rostro. Todos estos procedimientos estilísticos contribuyen a densificar el carácter y la psicología del personaje. A la vez emblemático e íntimo, este retrato nos revela, gracias a la agudeza de su expresión, a un hombre vivaz, inteligente, generoso e íntegro.