En el siglo XVII, el género de la pintura de animales cosechó un gran éxito en Flandes. Varios artistas de los Países Bajos se especializaron en esta clase de iconografía.
Frans Snyders, una de las figuras más emblemáticas del género, gozó de una reputación que trascendió las fronteras. Esta obra monumental, firmada con el nombre del artista en la cola del león, muestra toda la dimensión de su talento. En un paisaje típicamente flamenco, subrayado por un campanario y un molino de viento, yace un león con las fauces abiertas. De manera bastante curiosa, varias liebres atacan al gran felino inmóvil, rodeándolo por todos lados.
Quizás se pregunte usted cómo es posible que este majestuoso animal, originario de tierras exóticas, haya acabado en este entorno nórdico. La explicación hay que buscarla en los libros de emblemas ilustrados de la época, esas obras con grabados entonces muy populares, algunos de los cuales retomaban el bestiario de Esopo.
El fabulista del siglo VI a.C. también influyó sobre algunos escritores contemporáneos de Snyders, como por ejemplo Jacob Cats en los Países Bajos, o La Fontaine en Francia. En el caso de Jacob Cats, el león muerto mortificado por las liebres supone una advertencia contra los poderosos tiránicos. Con esta puesta en escena, el autor evoca la destitución de los grandes, inevitable cuando dejan de respetar al pueblo llano. En este lienzo, las liebres, que encarnan al pueblo, ya no temen al león derrotado, que simboliza el poder caído.