Durante la Segunda Guerra Mundial, cerca de 100 000 bienes pertenecientes principalmente a familias judías, masones y opositores al régimen del Tercer Reich fueron robados por sus dignatarios. Adolf Hitler confió personalmente la misión de expoliar obras de arte a Otto Kümmel, conservador de los museos nacionales de Alemania.
El objetivo principal era repatriar todas las obras de arte de origen alemán creadas desde el siglo XVI, pero la codicia llevó al saqueo sistemático de colecciones privadas y públicas en todos los países anexionados por el régimen.
El Führer deseaba exponer las obras maestras del arte europeo en suelo alemán con el fin de reescribir la historia del arte de acuerdo con la ideología nazi. Como reflejo de la delirante megalomanía de Hitler, se planeó construir un gran museo en Linz, Austria, ciudad donde Hitler pasó parte de su infancia. Los planos de este vasto complejo arquitectónico, que se iba a llamar Führermuseum, preveían albergar más de 4000 cuadros.
Las obras saqueadas que no se seleccionaron para el proyecto de Linz se transfirieron a otras colecciones de museos del régimen que ya promovían la ideología fascista.
En Francia, como respuesta a la profanación cultural sufrida durante la ocupación, algunas piezas de las colecciones nacionales fueron evacuadas de París y escondidas en fincas del suroeste del país. Las que ya habían sido confiscadas en la capital fueron almacenadas por las SS en las salas del Louvre, pero el espacio pronto se quedó pequeño y el régimen requisó también el museo del Jeu de Paume, situado en la plaza de la Concordia.
En esta institución trabajaba la conservadora y resistente Rose Valland (1898-1980), que, en secreto y arriesgando su vida, hizo un inventario de las colecciones, siguiendo el rastro de las obras robadas y deportadas a Alemania. Su inestimable labor de identificación y localización permitió recuperar numerosas obras de arte tras la derrota del Tercer Reich.
Tras el armisticio, se recuperó gran parte de las obras expoliadas, así como las adquiridas en el mercado del arte entre 1939 y 1945, conocidas por la Oficina de Bienes e Intereses Privados y la Comisión de Recuperación Artística. En 1949, de los 61 233 objetos devueltos a Francia, más de 45 441 fueron restituidos a sus legítimos propietarios o herederos directos. Sin embargo, a pesar de esta importante labor de restitución, más de 13 000 bienes nunca fueron reclamados y fueron vendidos por el Estado francés.
La administración solo conservó 2143 objetos expoliados. Estos fueron confiados a los Museos Nacionales y registrados en los inventarios provisionales denominados de recuperación, de ahí la sigla MNR o «Museos Nacionales Recuperación» que se les atribuye. Expuestas en diferentes museos de Francia, las obras catalogadas como MNR pueden ser reclamadas en cualquier momento por los titulares de los derechos, descendientes o herederos, que dispongan de documentos justificativos. Desde el punto de vista jurídico, definido por el decreto del 30 de septiembre de 1949, estas obras no pertenecen al Estado, que solo es su tutor provisional.